Cuanto más aguda es la mostaza, más fuerte es el efecto anticancerígeno.
El foco está en él: el consumo de mostaza puede proteger contra el daño al material genético.
Un grupo de investigación dirigido por el Prof. dr. Volker Mersch-Sundermann y el Dr. med. Evelyn Lamy, del Instituto de Medicina Ambiental e Higiene Hospitalaria de la Universidad de Friburgo, ha demostrado en un estudio preliminar en cultivos de células humanas y en un estudio humano independiente que la mostaza picante disponible en el mercado protege eficazmente contra los efectos de los carcinógenos transmitidos por los alimentos. "El consumo de mostaza picante, por ejemplo, protege contra los efectos mutagénicos de los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAK) producidos durante el asado y asado de carne", explica el Director del Instituto Prof. Dr. med. Volker Mersch-Sundermann. Los HAP son conocidos como carcinógenos, también llamados carcinógenos.