Nanopartículas en los alimentos

Los alimentos pueden contener nanopartículas que mejoran las propiedades del producto como aditivos. Por ejemplo, las partículas de dióxido de silicio se pueden atascar en sopas instantáneas para evitar que la sopa se acumule. Las diminutas partículas de dióxido de titanio hacen que la goma de mascar y el aderezo de yogur brillen en un blanco brillante.

Los aditivos alimentarios se someten a pruebas de seguridad sanitaria antes de su autorización. Los fabricantes deben incluir todos los ingredientes en forma de "nanomateriales diseñados" en la etiqueta "Nano" para marcar Aquí, "Nano" denota el mil millonésima parte de un metro (= nanómetro 1), Sin embargo, según la Asociación Federal de Organizaciones de Consumidores e. V. (vzbv) hasta ahora prácticamente no hay ingredientes convencionales que caigan bajo esta definición. Los nanomateriales naturales, aleatorios o relacionados con el proceso no están sujetos a etiquetado. Estas incluyen, por ejemplo, partículas que se forman cuando se muele harina, se elabora cerveza o cuando se homogeneizan los jugos de frutas.

Pero, ¿cómo afectan las nanopartículas de los alimentos a nuestro estómago y a la flora intestinal? Científicos del Centro de Biotecnología Médica de la Universidad de Duisburg-Essen se han ocupado de esta cuestión. Para ello, simularon el paso de pequeñas partículas a través del cuerpo en el laboratorio. Las nanopartículas se encuentran con condiciones muy diferentes a lo largo del tracto digestivo, desde la saliva hasta el ambiente ácido en el estómago y el intestino más "neutral".

Aparentemente, una gran cantidad de nanopartículas pueden unirse a bacterias dañinas y beneficiosas, incluidos los gérmenes probióticos. Esto se aplica a las nanopartículas artificiales y naturales que los científicos han aislado de la cerveza. Los efectos fueron positivos y negativos, explican los microbiólogos en la revista Nature Publishing Journal - Science of Food. Por lo tanto, el sistema inmunológico puede reconocer bacterias patógenas peores cuando están cubiertas con nanopartículas. Esto favorece los procesos inflamatorios en el intestino. Por otro lado, según los expertos, las nanopartículas de Silicea debilitan la infectividad de la semilla de Helicobacter pylori, que está significativamente involucrada en el desarrollo del cáncer gástrico. Todavía se necesita mucha investigación en el campo de la nanotecnología. Los resultados actuales deberían ayudar a comprender mejor los mecanismos biológicos en el tracto digestivo y desarrollar aún más el uso de nanopartículas en los alimentos.

Heike Kreutz, www.bzfe.de

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